En esta parte nos planteamos la pregunta ¿cuentan las
familias con suficientes incentivos para elegir una vivienda “sustentable” en
lugar de una tradicional?
Poniendo la mirada en la ciudad capital, el Instituto de
Vivienda del Distrito Federal (INVI) reporta que en el 2008 en promedio se pagaba
26 mil 295 pesos (2 mil 250 dólares) por cada vivienda para la aplicación de
medidas de sustentabilidad.
El ahorro estimado por el uso de eco-tecnologías en la
vivienda en la ciudad de México se expresa en lo siguiente:
Tabla 1. Número de veces el salario mínimo mensual que en el 2011
equivale a 153,3 dólares americanos (aproximadamente 1.842 pesos mexicanos).
Fuente: Cámara Mexicana de la
Industria de la Construcción. Hipoteca Verde:
http://www.cmic.org/comisiones/sectoriales/vivienda/2011/infonavit/HV_2011/HV.htm.
Por otro lado, las decisiones del consumidor se basan
fundamentalmente en su ingreso disponible presente, y si existen expectativas
futuras, tendría que ponderar el efecto de endeudarse en un escenario recesivo
como el que ahora caracteriza nuestra economía, lo que ciertamente no
representa un costo de oportunidad para los hogares.
Tabla 2. Concentración de hogares por rango de
ingreso. 2008
INEGI, Encuesta Nacional Ingreso Gasto
de los Hogares (ENIGH).
A este análisis debemos sumar los efectos de los costos de
transacción, que obligan al trabajador a
destinar los fondos de financiamiento con la banca privada, que condiciona la
concesión de créditos a la adquisición de una serie de servicios como el avalúo
de inmuebles, la gestión administrativa del crédito (pago de comisión por
apertura y consultas del Buró de Crédito), la asignación de servicios
notariales, así como la adquisición de seguros de vida, contra el desempleo, de
la vivienda, entre otros, sobre los que cobran altas comisiones. En condiciones
de restricción del ingreso y baja solvencia, se induce al beneficiario a
aumentar el plazo de pago.
Una breve reflexión sobre el predominio de la racionalidad
económica sobre la racionalidad ambiental lo prevé la innovación. Se supone que
está calculada para compensar las cargas
y los costos inducidos por las regulaciones ambientales.
Las familias, como vimos, no tienen capacidad de internalizar
los costos de las ecotécnias en una situación de restricción presupuestaria;
Así, el INVI inició subsidiando gran parte de los dispositivos instalados. Sin
embargo, el abuso del subsidio puede resultar económicamente insustentable para
los gobiernos; además de que los organismos de vivienda no han tenido la
capacidad de vincular su oferta crediticia e hipotecaria para el uso de las
ecotécnias con las necesidades de los habitantes de Ciudad de México.
Referencia:
Isunza Vizuet, G., & Dávila González, C. R. (2013).
Desafíos de los programas de vivienda sustentable en México. Cuadernos de
Vivienda y Urbanismo, 4(7).
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